Las empresas mundiales de energía están en auge. Según la International Energy Agency (IEA), de 2021 a 2022, el beneficio neto de las empresas de petróleo (y gas) se duplicó gracias a los altos precios de las materias primas.
Como todos han entendido a estas alturas, los altos precios de las materias primas energéticas se traducen en mayores costos para los consumidores que se sienten frustrados ante la imposibilidad de encontrar al culpable del daño económico que sufren. Naturalmente, los políticos han creído conveniente responder a estas frustraciones poniendo en juego lo mejor del populismo.
Una contribución solidaria “temporal”
La Unión Europea (UE), Reino Unido e India ya han introducido impuestos extraordinarios a las empresas de petróleo y gas, mientras que otros países (Países Bajos, Noruega y Estados Unidos) se preparan para hacer lo mismo.
Hace unos meses (30 de septiembre de 2022), la UE decidió imponer un gravamen solidario temporal a las empresas energéticas que consigan un incremento de más del 20% en sus beneficios imponibles medios anuales desde 2018. La contribución se suma a los impuestos y gravámenes existentes.
Las malvadas compañías petroleras
Según un estudio reciente de Wood Mackenzie, 2022 fue el año en que la ira hacia las empresas petroleras (las llamadas Big Oil) alcanzó su punto máximo y esto se tradujo en la idea de que los altos precios del petróleo justificaban impuestos extraordinarios al sector, sugiriendo que si los precios caen, los impuestos serán eliminados. Sin embargo, Wood Mackenzie considera improbable la última hipótesis. Y, como italianos que todavía estamos pagando los impuestos especiales sobre la gasolina para la guerra en Etiopía (1935-1936), sabemos bien cómo terminan estas cosas…
Pero el factor que la política no toma en cuenta en lo más mínimo es el efecto distorsionador de estos impuestos extraordinarios sobre el mercado. De nuevo según Wood Mackenzie, la distorsión será enorme y existe el riesgo de que la transición energética se arruine o se retrase. ¿Cómo? Si los precios de los combustibles fósiles son mucho más bajos, la demanda aumentará y las energías renovables serán demasiado caras.
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