Se arranca una sonrisa amarga al observar cómo las decisiones de los políticos son digeridas por los mercados. Promesas y objetivos estudiados en la mesa por algún burócrata, cuando llegan a los mercados se muestran como lo que son.
A partir de agosto, basta con carbón ruso, pero mientras tanto…
Tomemos el caso de las sanciones energéticas de la Unión Europea (UE) contra Rusia. En agosto, habrá una prohibición de importar carbón a Europa, una ley diseñada por Bruselas para castigar a Putin por la guerra en Ucrania. De esta forma, en las intenciones de la UE, Rusia ya no podrá contar con el producto de la venta de carbón en Europa.
Lamentablemente, sin embargo, los mercados no le dan mucho peso a los discursos de los políticos y solo se mueven según reglas simples pero estrictas: oferta y demanda. Entonces, en el caso del carbón, al ser un momento de alta demanda de energía frente a la baja oferta, las compañías eléctricas y los importadores se apresuran a comprar la mayor cantidad posible de carbón ruso antes de que entren en vigor las sanciones, es decir, antes de agosto.
El carbón es actualmente el material más barato para satisfacer las necesidades energéticas de Europa y, dejando a un lado las preocupaciones morales acerca de hacer negocios con Rusia, los que pueden comprarlo sin dudarlo. Es por eso que las exportaciones de carbón ruso a Europa han alcanzado su punto máximo en los últimos cinco años.
El vicio europeo de predicar una cosa y hacer otra
Todo esto sucede mientras la UE les dice a otros países que dejen de producir combustibles fósiles sucios. Mientras tanto, la propia UE ha decidido que seguirá con su producción a carbón para satisfacer la demanda energética del continente, como consecuencia de las sanciones energéticas rusas. En otras palabras, para reducir la dependencia de Rusia del petróleo y el gas natural, la UE ha vuelto a utilizar carbón.
Todas las plantas de carbón que se han reactivado apresuradamente en toda Europa no son solo para el período de emergencia sino que, según los expertos, permanecerán en funcionamiento mucho más tiempo de lo esperado.
Alguien recordará las promesas de muchos países europeos de renunciar completamente al carbón mucho antes de 2030. Todo esto son tonterías, porque no se ocupan del mercado y de la nueva situación creada por las sanciones. Con los precios al consumidor disparados debido a la escasez de petróleo y gas, no hay alternativas disponibles al carbón en el mediano plazo.
Y si queremos ver cuántas paradojas está provocando la gestión de la crisis energética en Bruselas, el G7 (recién celebrado en Berlín) ha invitado a India, Indonesia y Vietnam a reducir su dependencia de las centrales de carbón, justo cuando la Comisión Europea empieza a hacerlo. depender del carbón. Si los países de la UE no pueden reducir su dependencia del combustible fósil más sucio, ¿con qué cara le están pidiendo a los diferentes países en desarrollo que hagan precisamente eso?
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