Los efectos más dramáticos de la crisis energética europea se manifestarán después del verano. Mientras tanto, esperando lo peor, podemos observar lo que ocurre en Polonia, buque insignia de la industria europea del carbón.
Polonia ha abandonado tanto el carbón (parcialmente) como el gas de Rusia y, por lo tanto, no puede satisfacer sus necesidades energéticas. Las familias no pueden permitirse calentar sus hogares a los precios actuales y el gobierno ha introducido una ley (que no funciona) para compensar el exceso de costos.
El 70 por ciento de la electricidad polaca proviene del carbón
Hablamos del mayor país minero de carbón de Europa, que ha cerrado sus minas de carbón pero sin prisas. De hecho, el cierre solo afectó a las minas de bajo margen, donde se extraía carbón de menor calidad (lignito). En 2021, a pesar de las presiones de la Comisión Europea, Polonia produjo casi 55 millones de toneladas de hulla, equivalente al 96% de la producción total de este tipo de combustible en la Unión Europea.
El carbón es la base del sector energético polaco. Alrededor del 70% de la electricidad en el país es generada por centrales eléctricas de carbón. Además, el carbón se utiliza para necesidades municipales en ciudades pequeñas y medianas, mientras que millones de polacos calientan sus hogares con este combustible hasta ahora barato.
Stop al carbón ruso y precios altísimos
Dado que la producción polaca aún no es suficiente para satisfacer la demanda interna, el carbón se compró en el extranjero, principalmente en Rusia. Pero, en abril, el gobierno prohibió el suministro de carbón de Rusia y, en mayo, rescindió el contrato de suministro de gas ruso, negándose a pagar en rublos.
Por supuesto, la prohibición de importar elevó los precios domésticos del carbón y lo que alguna vez fue un combustible barato se volvió inaccesible para la mayoría de los polacos. El coste de una tonelada de carbón ha llegado a unos 640 dólares la tonelada, un precio incluso superior al de Róterdam, el principal hub carbonífero de Europa.
Por lo tanto, el gobierno ha considerado utilizar los fondos del coronavirus para compensar a los ciudadanos por el costo de comprar carbón más caro, pero el complejo mecanismo de compensación no funciona.
¿Congelar o asfixiar?
En estas difíciles condiciones, los líderes polacos están pensando en aumentar la producción nacional de carbón, lo que, por las razones mencionadas anteriormente, significa reabrir la puerta al uso del lignito, el carbón más dañino para la salud humana. De hecho, es el que menos calor produce debido a la cantidad de dióxido de carbono y azufre que libera, además de contener varios metales pesados tóxicos, incluidos materiales radiactivos.
Para los ciudadanos polacos, pronto surgirá el dilema de si usar lignito para calentar sus hogares, lo que, en otras palabras, significa elegir entre congelarse o correr el riesgo de sufrir daños graves para la salud, aumentando significativamente la contaminación del aire.
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