¡Adelante con el carbón! La cuestión ucraniana es arriba del clima

Con los precios del carbón en niveles altísimos, Europa no sanciona las importaciones rusas y decide utilizar lo peor (para el medio ambiente) de los combustibles fósiles.

El aumento repentino y violento de los precios del carbón en los países europeos es otro factor que hace que el panorama energético europeo sea dramático.

En solo dos semanas, el precio del carbón pasó de 200 dólares por tonelada a 450 dólares, principalmente debido a los temores de interrupciones en el suministro de Rusia. Además, los altos precios del gas natural están ayudando a impulsar los precios del carbón.

No hay sanción a las importaciones de carbón de Rusia

Aunque el carbón cayó a 340 dólares por tonelada gracias a una corrección en los precios del gas esta semana, los expertos creen que mucha volatilidad es de hecho inmanejable, especialmente si continúa durante meses. Errores de precios tan grandes, que hacen las delicias de los especuladores y los hedge funds, son un gran obstáculo para los consumidores finales, especialmente los consumidores industriales.

Por paradójico que parezca, parece que la Unión Europea no tiene intención de prohibir la importación de carbón ruso. El cuarto paquete de sanciones contra Rusia prevé también la prohibición de productos de mayor valor añadido (laminados, perfiles, tuberías, alambres, etc.), pero no de materias primas.

Teniendo en cuenta que el carbón es el peor enemigo del clima (entre los combustibles fósiles es el que más CO2 libera), la decisión de los países europeos de seguir importando carbón de Rusia pero evitando de forma efectiva las importaciones de aluminio o paladio (imprescindibles por ejemplo para convertidores catalíticos), parece ir en contra del sentido común.

Una locura medioambiental que en este momento cuesta como nunca

Tras años de fanatismo contra los combustibles fósiles y contra cualquier fuente de energía que pudiera tener un coste medioambiental mínimo (la nuclear por ejemplo), Europa decide utilizar el carbón, justo cuando el peor de los combustibles fósiles (ambientalmente hablando) cuesta más que nunca.

È vero che per la Russia le entrate derivanti dalle esportazioni di carbone in Europa sono minime (circa 50 milioni di tonnellate di carbone su un totale di 230 milioni di tonnellate esportate nel 2021) e quindi un divieto di importazione non danneggerebbe l’economia russa, tuttavia consumare carbone è una follia ambientale, soprattutto quando è possibile usare gas, anche se russo.

Si queremos ser pragmáticos, el comportamiento de los políticos europeos sugiere que el problema del cambio climático no es tan importante como la cuestión de Ucrania. Como diciendo que en estas circunstancias podemos seguir calentando el planeta, aún con la conciencia de que el daño es irreversible y que pronto traerá consecuencias que impactarán en la vida de todos los habitantes de la Tierra.

Lo que sorprende a quienes llevan muchos años lidiando con la energía y las materias primas es constatar que la clase política dominante europea no puede ver más allá del corto plazo y no tiene capacidad de previsión y planificación, ni visión a largo plazo. Un defecto que se pensaba que solo afectaba a los políticos españoles pero que, evidentemente, también ha contagiado a Bruselas.

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