La Unión Europea (UE) ha reducido drásticamente los suministros de los gasoductos rusos desde el comienzo de la guerra en Ucrania. El objetivo, según los políticos europeos, es romper con la dependencia de las materias primas rusas.
La UE prohibió el carbón ruso y bloqueará la mayoría de las importaciones de petróleo ruso para fines de 2022 para privar a Rusia de una importante fuente de ingresos para librar su guerra en Ucrania.
“Detrás de escena” viene todo el GNL ruso que necesita la UE
Lástima que, como descubrió el Wall Street Journal en los últimos días, Europa está comprando GNL (Gas Natural Licuado) ruso sin dudarlo. De hecho, las importaciones europeas de GNL ruso aumentaron un 41% interanual (datos de finales de agosto).
Según Maria Shagina, investigadora del International Institute for Strategic Studies con sede en Londres, el GNL ruso es una especie de puerta trasera a las sanciones. De hecho, las actuales sanciones de la UE se refieren al gas ruso que llega al continente a través de gasoductos, pero no al que llega por barco (precisamente GNL).
Es gracias a este gas que los países de la UE han podido llenar sus depósitos de gas y, recientemente, disfrutar de una bajada de precios.
60 buques cisterna de GNL esperan frente a las costas europeas
Como también informó CNBC (la cadena de televisión estadounidense), una ola de camiones cisterna de GNL está arrasando Europa, ejerciendo presión sobre los precios del gas. Según MarineTraffic, 60 buques metaneros (el 10% de todos los buques de este tipo en el mundo) navegan hacia Europa o están fondeados en aguas del Mediterráneo o del noroeste de Europa.
¿Es quizás demasiado pedir a la clase política europea que deje de hablar y diga por fin a los ciudadanos la verdad sobre la realidad energética de nuestro continente, sin tener que esperar a saberlo por el Wall Street Journal? Nos guste o no, Putin o no Putin, Europa simplemente no puede prescindir del gas ruso.
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