Cuando un mercado es inelástico, esto resulta en precios altamente volátiles. El mercado de la energía tiene precisamente estas características.
Desafortunadamente, los políticos europeos, sienten una aversión obsesiva por los combustibles fósiles, aunque de hecho todavía juegan un papel vital en todo el mundo. Pero lo que realmente no quieren entender es que el cambio a una mix energética más sostenible no puede realizarse sin los combustibles fósiles.
Pagaremos por una elección inconsciente y loca
Cuando países como Alemania cerraron plantas de energía nuclear y agotaron las reservas de gas natural, el problema explotó. Con la temporada de invierno, esta locura ha ayudado a cuadriplicar los precios al contado del gas en Europa, con el aumento de los costes de la electricidad y el cierre de plantas industriales intensivas en energía, como las de fundición de aluminio y zinc, los productos químicos y fertilizantes.
Los precios del petróleo y el gas se disparan y los especuladores se lo agradecen
Por supuesto, cuando las aguas se vuelven turbias, los tiburones lo pasan bien. Los comerciantes están maximizando los beneficios de tal rigidez del mercado. La semana pasada, los precios del Brent superaron los 90 dólares el barril por primera vez en siete años.
Además, la especulación sobre un posible embargo petrolero ruso continúa empujando los precios al alza. En caso de embargo, Europa tiene mucho que perder, al menos tanto como Rusia, que suministra más del 40% de las importaciones de gas natural de la Unión Europea.
Los escenarios que se avecinan son dramáticos, mientras que la total falta de conciencia de los europeos sobre los riesgos que corremos es para dejar boquiabiertos.
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