En los últimos dos años, el sector mundial del café ha experimentado un aumento de precios sin precedentes. En febrero de 2025, el precio del café verde alcanzó un record de 4,41 dólares por libra, casi el doble que dos años antes. Este aumento histórico fue impulsado por la escasez de producción en Brasil y Vietnam, junto con las incertidumbres normativas de la UE sobre la deforestación, lo que llevó los precios del arábica a sus niveles más altos desde 1970.
Sin embargo, mientras tostadores e importadores enfrentan márgenes cada vez más reducidos y trasladan los aumentos al consumidor final, la situación para los productores es mucho más compleja. A pesar del aparente auge, el día a día está marcado por incertidumbre, riesgos financieros y ganancias que no siguen necesariamente el comportamiento del mercado internacional.
Precios que seguirán altos en 2025
Según el último informe de la FAO, no se espera que los precios del café bajen a corto plazo. El cambio climático —sequías, incendios, heladas— ha afectado la producción en Brasil, mientras que la demanda mundial sigue creciendo. A eso se suman problemas logísticos, interrupciones en las cadenas de suministro, aumentos en los costos de transporte y materias primas, además de tensiones geopolíticas y nuevas barreras arancelarias, sobre todo por parte de EE.UU.
Los más afectados: los pequeños productores
Estas dificultades golpean a toda la cadena de suministro, pero especialmente a los pequeños agricultores, que no pueden competir con las grandes empresas, capaces de absorber mejor los costos gracias a las economías de escala.
La ilusión de una mayor ganancia para los productores
A pesar del aumento del «C price» —el precio de referencia del café en las bolsas internacionales—, las ganancias reales para los productores, es decir, el «precio en finca«, no han subido proporcionalmente. Hay demasiados intermediarios y poca transparencia en la cadena de distribución. En muchos países, las cooperativas y los compradores locales siguen fijando precios bajos, ignorando el contexto global.
Según la International Coffee Organisation, la especulación, la volatilidad cambiaria y la falta de claridad en la formación de precios reducen el beneficio para el productor. Un caso emblemático es Etiopía, donde el precio en finca incluso ha bajado en el último año, pese a los récords mundiales.
El modelo de «direct trade» —que busca eliminar intermediarios y crear vínculos directos entre productores y tostadores— suele promoverse como una solución justa. Sin embargo, según Traffic USA, es un proceso costoso y complejo: requiere recursos, transparencia y compromiso real. No siempre es más barato ni más justo si no se gestiona adecuadamente.
Volatilidad del mercado: un riesgo para los agricultores
Aunque el aumento de precios podría parecer una oportunidad, la volatilidad del mercado lo convierte en un riesgo. Los pequeños productores no pueden planificar a largo plazo ni invertir en prácticas sostenibles, porque las oscilaciones hacen imprevisibles los ingresos.
Los productores necesitan estabilidad, no solo precios altos. El cambio climático y la incertidumbre geopolítica agravan aún más esta situación, erosionando los posibles beneficios del alza de precios.
En países como Brasil o Vietnam, los productores pueden recibir hasta el 95% del precio de exportación. Pero en otros lugares, esa proporción puede caer al 60%. Para mejorar la situación, según TechnoServe, es necesario actuar en varios frentes: transparencia en las cadenas de suministro, mejores infraestructuras, acceso al crédito y reformas políticas.
La ecuación «precios altos = mayores ganancias» no funciona.
Sin una reforma profunda de la cadena del café, los pequeños productores seguirán quedándose atrás. El café que bebemos a diario cuenta una historia mucho más amarga de lo que su precio sugiere.
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