Desde hace meses la cola para cruzar el Canal de Panamá es cada vez más larga. A finales de agosto, unos 135 buques esperaban para atravesar la vía fluvial de 82 kilómetros que une los océanos Atlántico y Pacífico (un 50% más de lo habitual).
La causa es una sequía prolongada que ha bajado el nivel del agua y ha obligado a los operadores del canal a reducir el número de embarcaciones que pueden pasar por sus esclusas. Normalmente, cada año se transportan más de 500 millones de toneladas de carga a través del canal.
El cruce cuesta cerca de 3 millones de dólares
Quienes quieran cruzar saltándose la cola tienen que pagar sumas récord. Tanto es así que un transportista pagó 2,4 millones de dólares, además de la tarifa de tránsito standard de unos 400.000 dólares, para conseguir un slot que permitiera a su transportista atravesar el canal más rápido.
Quienes decidan saltarse la cola podrán participar en la subasta organizada por la Autoridad del Canal de Panamá, pero deberán esperar desembolsar cifras cercanas a los 3 millones de dólares.
Si bien esta no es la primera vez que se producen atascos de tráfico como este, están sucediendo una gran cantidad de factores que podrían disparar los costos y tiempos de transporte, especialmente a medida que se acerca la temporada navideña de alta demanda. Pero una consecuencia también podría ser la escasa disponibilidad de algunos bienes.
¿Cuáles son los efectos a nivel global?
Las peores consecuencias serán para los productos energéticos, ya que el canal es la ruta principal para transportar energía (GNL y petróleo) desde la costa este de Estados Unidos a China, India, Corea y Japón.
Sin embargo, esta vez el mercado está mucho más alarmado que en el pasado, ya que el recuerdo del desastre de la cadena de suministro que asoló la economía mundial durante la pandemia aún está fresco. El espectacular efecto dominó ha dejado al descubierto las vulnerabilidades de una economía globalizada de la que dependen consumidores y proveedores.
Estos acontecimientos parecen ser un nuevo impulso para las empresas hacia el nearshoring, es decir, acercar las actividades de las empresas al mercado de salida. Una forma drástica de reducir los riesgos asociados al transporte.
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