A veces es mejor no hacer demasiadas preguntas y, sobre todo, es mejor no comprar contadores Geiger. Al menos, eso debió pensar un trabajador taiwanés cuando, mostrándole a su hijo cómo funcionaba un contador Geiger, se percató de que el dispositivo empieza a detectar niveles exageradamente altos de radiación provenientes de las paredes de su apartamento.
La historia termina en los periódicos locales y un reportero del Liberty Times (Taiwán) descubre que el edificio, y muchos otros similares, emitían más de 100 miliSieverts por año, 100 veces la dosis de radiación segura recomendada. La fuente de radiación fue el hormigón armado de los edificios, contaminado con Cobalto-60 altamente radiactivo. Era el año 1992.
Toda la culpa de la chatarra radiactiva
Para comprender lo sucedido tenemos que remontarnos otros 10 años, en octubre de 1982. En un día indeterminado de ese mes llegaron 604 toneladas de chatarra a la empresa Hsin Jong Iron and Steel Company (Taiwán). Esta chatarra se funde y se utiliza para producir más de 20.000 toneladas de redondo para cemento armado. Entre 1982 y 1983, este hormigón se utilizó en la construcción de más de 200 edificios en todo Taiwán, incluidas 30 escuelas y 100 edificios que contienen más de 1.700 apartamentos.
Nadie ha descubierto nunca de dónde vino el contaminante cobalto-60. Algunas fuentes especulan que provino de un robo de equipos de control utilizado para calibrar instrumentos de medición de radiación o de una máquina de teleterapia desechada, originalmente utilizada en el tratamiento del cáncer.
De todos modos, después de intentar tranquilizar a las personas involucradas declarando que los niveles de radiación eran seguros, la Comisión de Energía Atómica de Taiwán lanza una amplia investigación oficial. La investigación, que duró cuatro años y costó 15 millones de dólares, termina registrando unos 30.000 apartamentos en todo Taiwán, el 2% de los cuales son peligrosamente radiactivos. En total, alrededor de 10.000 ciudadanos han estado expuestos a altos niveles de radiación y algunos de ellos han contraído cáncer.
El mayor experimento de humanos expuestos a radiación
Pero, a pesar de lo dramático que fue este incidente, tenía algo que enseñar. Para la comunidad científica, fue una oportunidad de investigación única para estudiar los efectos de la radiación en los seres humanos. El primer caso importante de una gran población expuesta a radiación a largo plazo.
Un team de la Taiwan Nuclear Science and Technology Association publicó un estudio que analiza los resultados de salud de 10.000 residentes de edificios radiactivos, todos expuestos durante 9 a 20 años.
El estudio encontró una dosis de población colectiva de 4000 Sievert por persona. Con tal nivel de exposición, se esperaría un 7,8% de muertes por cáncer y una tasa de 1,3% de defectos de nacimiento visibles en los niños. De hecho, solo hubo 7 muertes por cáncer y 3 casos de defectos de nacimiento, aproximadamente el 3% de los valores esperados. Aún más extraño, la tasa de cáncer fue significativamente más baja (solo el 3%) que la población taiwanesa no expuesta a la radiación.
La teoría de la hormesis: lo que no te mata te hace más fuerte
¿Cómo fue esto posible? ¿Qué pasó con los edificios radiactivos?
Los científicos especulan que este fenómeno podría tener algo que ver con una teoría llamada hormesis de radiación, que cree que dosis bajas de radiación podrían ser útiles. Los niveles bajos de radiación actuarían de manera similar a una vacuna, estimulando y fortaleciendo los mecanismos celulares para reparar el ADN dañado o causar la terminación de las células cancerosas.
Sin embargo, esta teoría que ha existido durante más de 100 años siempre ha sido controvertida y hasta ahora ningún experimento ha demostrado de manera concluyente su validez. Quizás el estudio de apartamentos radiactivos de Taiwán tiene fallas en su origen por haber estudiado una muestra demasiado pequeña para sacar conclusiones firmes o por descuidar factores como la edad promedio o el estilo de vida. El misterio de los edificios radiactivos de Taiwán continúa…
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