Un nuevo futuro para el sector de la chatarra de aluminio

El camino hacia una economía baja en carbono tendrá que afrontar el problema de una demanda de chatarra de aluminio superior a la disponible.

El boom de las materias primas que siguió a la pandemia de COVID-19 también involucró la chatarra de aluminio. Pero, como señala un nuevo estudio del banco holandés ING, solo podríamos estar en el comienzo de una era de gran demanda mundial de chatarra de aluminio.

Economía cero de CO2 significa un menor suministro de aluminio primario

El camino que ha emprendido el mundo hacia una emisión cero de CO2 significa que habrá una fuerte limitación del suministro de aluminio primario, especialmente de China. Mientras tanto, la demanda mundial de aluminio aumentará a medida que la transición energética involucre sectores importantes como el transporte y las energías renovables, tanto en Europa como en China y Estados Unidos. Los primeros signos de esta transición ya son visibles en el crecimiento de las ventas de vehículos eléctricos (VE) en los mercados europeo y chino.

Como se sabe, China es el mayor productor mundial de aluminio primario, pero su capacidad total probablemente alcanzará su techo en los próximos años (2021-2025), estabilizándose a largo plazo.

Cada vez más tensiones en el mercado de la chatarra

Teniendo en cuenta los objetivos de crecimiento económico y medioambiental del mundo, es casi seguro que habrá fuertes tensiones en los mercados secundarios del aluminio y la chatarra. Presumiblemente, veremos un aumento constante en la producción de aluminio secundario, ya que contribuye al suministro de aluminio con una energía y emisiones mucho más bajas que el aluminio primario.

Una vez más, según ING, la producción secundaria tendrá que crecer a una tasa de crecimiento anual del 5,8% durante los próximos cinco años, ciertamente más rápido que la primaria. Como saben los distribuidores de chatarra, esto resultará en un aumento de la demanda y los precios. No obstante, sigue existiendo una gran incertidumbre relacionada con la inelasticidad y las condiciones cambiantes del suministro secundario de aluminio (pero lo mismo se aplica también a otros metales).

Por tanto, este nuevo contexto no es necesariamente favorable a largo plazo para quienes comercian con chatarra o para quienes producen aluminio secundario. ¿Es mejor un mercado con abundancia de chatarra y demanda estable o un mercado con chatarra inalcanzable y una demanda espasmódica? ¡La posteridad juzgará!

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