Allí, donde el precio de la gasolina sigue bajando y el litro cuesta 0,93€

Rusia y la Unión Europea se han convertido en dos mundos completamente diferentes. Por un lado, los consumidores están viendo caer los precios de la gasolina, mientras que, por el otro, están luchando contra los precios vertiginosos.

Puede parecer casi surrealista pensar que hay un país en Europa donde el precio de la gasolina sigue bajando. En Rusia, de hecho, incluso la semana pasada, el precio en surtidor descendió un 0,1%, alcanzando una cifra que, vista desde España, parece increíble.

A partir del 4 de marzo, los precios de la gasolina comenzaron a bajar

En la estación de servicio, un litro de gasolina AI-95 cuesta de media 0,80 euros (51,34 rublos) mientras que un litro de AI-98 cuesta de media 0,93 euros (60,15 rublos). Eso sí, en un territorio tan extenso como el de la Federación Rusa, integrado por 22 repúblicas, hay 22 precios de combustible diferentes. Por ejemplo, en la República de Komi el precio cayó un 4,3% la semana pasada, mientras que en Moscú se mantuvo prácticamente estable y en San Petersburgo cayó un 0,1% ( datos de Rosstat).

La gasolina comenzó a abaratarse en la semana del 4 al 11 de marzo por primera vez desde septiembre de 2021. Desde entonces, los precios han bajado cada semana.

La producción de gasolina en Rusia, del 16 al 22 de mayo, disminuyó un 3,9% respecto a la semana anterior y la de diésel un 2,8%. Además, los precios al productor de gasolina cayeron 11,3% en abril en comparación con marzo.

Otro mundo

Realmente es cierto que el mundo no es todo igual y que cada país tiene unas características únicas y particulares. Nunca antes en este período se habían mostrado tan claramente las diferencias entre Rusia y los países de la Unión Europea, tanto para bien como para mal.

De nuevo en términos económicos, por ejemplo, Rusia sufre una inflación anual del 17,51%, un ligero descenso respecto a la semana anterior. Además, algunos economistas rusos están preocupados por el llamado «mal holandés«. Es una teoría que sostiene que un aumento de los ingresos por recursos naturales podría conducir a la desindustrialización de la economía nacional a través de la apreciación del tipo de cambio, lo que haría menos competitivo el sector manufacturero y los servicios públicos mezclados con intereses privados.

Volviendo en cambio a la gasolina, los automovilistas españoles todavía pueden consolarse considerando que los consumidores rusos ya no pueden comer un Big Mac o tomar un café en Starbucks ya que, como muchas otras empresas occidentales, McDonald’s y Starbucks han abandonado el territorio ruso como castigo por la guerra en Ucrania.

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