En Brasil, la pandemia de COVID-19 está totalmente fuera de control. El coronavirus se está extendiendo como un incendio forestal en todo el país y la economía podría ser arrastrada al abismo.
El país tiene la peor tasa de crecimiento de contagio de cualquier país del G20 y acaba de pasar Rusia, convirtiéndose en el país con el segundo mayor número de casos de COVID-19: más de 374.000 (datos de la Universidad Johns Hopkins del 26 de mayo). Peor aún, la tasa de mortalidad está aumentando rápidamente.
¿Coronavirus? Una ligera influencia…
El gobierno del presidente Jair Bolsonaro se ha opuesto decididamente a cualquier medida de encierro y social distancing. El Brasil es el único país de la América Latina que no ha significado el lockdown en línea con el pensamiento Bolsonaro que definió el coronavirus como una gripe leve y los brasileños fuertes y saludables, acostumbrados a nadar incluso en las alcantarillas.
El Wall Street Journal ha publicado recientemente un impresionante artículo sobre enfermeras brasileñas en primera línea. Sufren de falta de equipo y falta de dirección desde arriba, ya que mueren a un ritmo alarmante.
En este contexto dramático, la economía está luchando. Un ejemplo de las consecuencias de la pandemia en un país que no ha tomado ninguna medida de lockdown.
Cuando el coronavirus llega a una plataforma petrolera en medio del mar
La industria petrolera del país, y en particular Petrobras, se verán fuertemente afectadas. Petrobras, la compañía petrolera estatal, registró más de 800 trabajadores infectados y, a mediados de mayo, la compañía tuvo que devolver a todos los trabajadores de una plataforma offshore porque todos habían sido infectados.
Inicialmente, Brasil había suspendido todas las nuevas ventas de petróleo y gas previstas para este año y Petrobras también había tratado de reducir la producción. Posteriormente, sorprendido por la creciente demanda china, revirtió el rumbo.
Hablar de Petrobas es como hablar de la economía brasileña, dado que este gigante petrolero contribuye a más del 10% del PIB nacional. Un porcentaje que ha crecido en los últimos años gracias al boom petrolero del país, que lo ha llevado a ser el octavo mayor productor de petróleo del mundo.
La política de Bolsonaro de ignorar el coronavirus, con el número de muertos aumentando a una tasa alarmante, corre el riesgo de exacerbar las presiones sobre el sector petrolero, con el empeoramiento de las condiciones macroeconómicas y las rating crediticias soberanas. Además, después de todo esto, el lockdown puede ser inevitable, con más consecuencias negativas para la economía brasileña.
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