Tras décadas de declive y desconfianza pública debido a desastres como Fukushima, Three Mile Island y Chernóbil, la energía nuclear está experimentando un renacimiento. El recuerdo de estas tragedias se está desvaneciendo mientras las necesidades de energía limpia y estable se vuelven cada vez más apremiantes con la proximidad de los plazos para cumplir con los compromisos climáticos. Sin embargo, el sector nuclear del futuro se presenta muy diferente al de la última gran expansión, con innovaciones tecnológicas y nuevos actores dispuestos a apostar por su éxito.
La percepción pública en Occidente está cambiando
Mientras que Rusia y Asia nunca han abandonado la energía nuclear, en Occidente el sector sufrió un fuerte retroceso hasta hace pocos años.
En Europa, la crisis energética relacionada con las sanciones contra Rusia ha llevado a muchos países a reconsiderar el papel de la energía nuclear en la transición energética. En los Estados Unidos, la administración Biden ha revitalizado el sector a través de la Inflation Reduction Act (Ley de Reducción de la Inflación), que incluye incentivos fiscales y facilidades para el desarrollo nuclear. También la percepción pública está cambiando: en 2023, una encuesta de Gallup registró el mayor apoyo a la energía nuclear en los Estados Unidos en los últimos diez años.
Un papel clave en el resurgimiento nuclear lo están desempeñando las grandes empresas tecnológicas. La expansión de la inteligencia artificial y los centros de datos está aumentando la demanda de energía, tanto que, sin un rápido desarrollo de la energía nuclear y otras soluciones de bajas emisiones de carbono, Estados Unidos podría no ser capaz de satisfacer las necesidades energéticas futuras. Los gigantes tecnológicos, además de respaldar la energía nuclear, están financiando startups innovadoras en el sector.
¿Serán los microreactores el futuro de la energía nuclear?
A diferencia de las grandes centrales tradicionales, la nueva generación de plantas nucleares apuesta por reactores de tamaño reducido, los llamados microreactores. Estas instalaciones, del tamaño de un container, funcionan como enormes baterías y pueden producirse en serie e instalarse a costos significativamente más bajos que los reactores tradicionales.
Según Euro News, los microreactores garantizan energía limpia y cuentan con avanzados sistemas de seguridad pasiva que reducen el riesgo de fugas radiactivas. Además, su gestión remota elimina la necesidad de personal permanente, reduciendo aún más los costos operativos.
Pero hay un gran problema sin resolver: la gestión de los residuos
Sin embargo, el sueño de los microreactores tiene un lado oscuro. Según un estudio de Stanford, estas pequeñas plantas generan volúmenes de desechos nucleares mucho mayores que los reactores tradicionales, en una proporción de entre el doble y treinta veces más. Estos resultados contradicen las afirmaciones sobre los beneficios en términos de costos y reducción de residuos promovidos por los defensores de las nuevas tecnologías nucleares.
A pesar de estas preocupaciones, la industria de los microreactores parece imparable. Muchos países europeos están invirtiendo en su desarrollo, impulsados por la necesidad de garantizar un suministro energético estable y de bajas emisiones. La creciente demanda de energía por parte de la inteligencia artificial podría convertirse en el principal motor de esta transición, dejando sin respuesta las advertencias de algunos científicos.
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