La Agencia Internacional de la Energía (AIE) lanza una nueva alerta sobre los minerales críticos, cada vez más expuestos al riesgo de interrupciones severas debido a su alta concentración en pocos países y al aumento de las restricciones a la exportación. En su Outlook 2025, la agencia prevé que los avances hacia cadenas de suministro más diversificadas serán lentos, mientras que las inversiones en el sector muestran señales de desaceleración.
En 2024, la cuota de mercado promedio de los tres mayores productores de cobre, litio, níquel, cobalto, grafito y tierras raras alcanzó el 86%, con un crecimiento de la oferta fuertemente desequilibrado: Indonesia domina el mercado del níquel, mientras que China lidera en los demás materiales.
Aumentan las restricciones, también sobre tecnologías de procesamiento
Según el informe, el 55% de los minerales estratégicos vinculados a la energía están hoy sujetos a alguna forma de control a la exportación. Y las restricciones ya no se limitan solo a materias primas o materiales refinados, sino que se extienden también a las tecnologías de procesamiento, ampliando el espectro de posibles interrupciones.
China se confirma como actor dominante, controlando el refinado de 19 de los 20 minerales analizados por la AIE, con una cuota promedio de mercado cercana al 70%. Incluso cuando los mercados parecen pequeños, los riesgos pueden ser enormes: 15 minerales críticos han mostrado una volatilidad de precios superior a la del petróleo.
Cobre y metales para baterías: escenarios de riesgo
Se presta especial atención al cobre, esencial para la expansión de las redes eléctricas: el desarrollo actual de proyectos mineros no es suficiente, y nos encaminamos hacia un déficit del 30% en la oferta para 2035.
En el sector de los metales para baterías, el aumento de la producción –liderado por China, Indonesia y algunas regiones de África– ha provocado una caída de precios. Sin embargo, el problema de la concentración persiste: China controla las cadenas de suministro de componentes cruciales como el sulfato de manganeso y el ácido fosfórico, aumentando el riesgo de dependencias estratégicas en un sector clave para la transición energética.
El panorama delineado por la Agencia Internacional de la Energía señala un futuro cada vez más incierto para el suministro de minerales críticos. Si no se implementan inversiones dirigidas y políticas de diversificación más efectivas, el riesgo será enfrentar nuevas crisis energéticas, ya no vinculadas al petróleo, sino a los materiales que alimentan la transición verde.
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