Es difícil permanecer en silencio antes de lo que está sucediendo en Venezuela, donde la sociedad se está derrumbando.
Queriendo hacer un resumen de cómo se haya llegado hasta esto punto, simplemente echen un vistazo al ex presidente Hugo Chávez, que murió en 2013, se había vuelto muy popular entre las personas más pobres del país, utilizando los ingresos del petróleo para financiar programas sociales. Desafortunadamente, la compañía petrolera estatal (PDVSA) no tenía suficiente dinero para todos, mucho menos para invertir en la mejora de las plantas necesarias para la producción. A esto se sumó la corrupción y la mala administración que entregaron al sucesor de Chávez, Nicolás Maduro, un país al borde de la crisis. Crisis que estalló en 2014.
15% de los niños están desnutridos
Una nación con las mayores reservas de petróleo del mundo y que, no hace muchas décadas, estaba entre los países más ricos del mundo, ahora está en bancarrota. Como describió Der Spiegel, los almacenes del hospital están completamente vacíos, a los médicos se les paga dos euros al mes y una caja de comida para niños cuesta un millón de bolívares, siempre que se consiga encontrarla.
El hambre reina, especialmente entre los niños, que llegan al hospital, pero donde los médicos no tienen nada con lo que trabajar, absolutamente nada. Sin vendas, sin comida, sin sábanas, sin ascensor, sin electricidad, sin medicamentos, sin anestesia, nada. Algunos niños permanecen en las camas hasta que mueren. Según UNICEF, el 15% de todos los niños venezolanos están desnutridos.
Pero, ¿cómo puede Occidente, que entre otras cosas se considera cristiano, quedarse de brazos cruzados y mirando sin hacer nada? ¿Por qué no envían alimentos y medicinas a 25 millones de venezolanos que mueren de hambre? ¿Por qué no detiene Maduro para detener su loca gestión de la crisis?
Quien rompe, paga
La respuesta es tan simple para ser insultante: «If you break it, you buy it» , es decir «quién rompe, paga«. En otras palabras, nadie quiere asumir la responsabilidad de dar el último empujón al régimen venezolano ahora al borde, para no encontrar sobre los hombros la responsabilidad de tener que gestionar una crisis dramática.
Incluso los Estados Unidos, que en 2007 habían sido expropiados por Venezuela por miles de millones de dólares (especialmente ExxonMobil y ConocoPhillips), están dejando de lado la idea de imponer sanciones petroleras contra Maduro. De hecho, si la administración Trump prohibiera las importaciones estadounidenses de petróleo venezolano y las exportaciones estadounidenses de diluyentes, que eran esenciales para que Venezuela exportara su crudo pesado, Maduro habría terminado.
En resumen, nadie quiere ser el artifíce del colapso final de Venezuela, y mucho menos responsable de haber contribuido.
Pero, más allá de las consideraciones políticas, es imposible no quedarse ensordecido por el silencio de los medios de comunicación occidentales con respecto a esta crisis humanitaria. Una crisis cada vez más dramática con cada día que pasa.
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