Estamos viviendo tiempos terribles. Muchos sectores de la economía son destruidos por la pandemia de coronavirus y cada uno busca ayuda a su manera.
Cada sector afirma ser un caso especial, y quien puede, trata de hacer que su voz sea escuchada por el gobierno, pidiendo ayuda.
Muchos sectores económicos penden de un hilo
Sin duda, algunos sectores económicos se encuentran en condiciones desesperadas. Tomemos el caso de las aerolíneas, con enormes costos fijos y que operan a una décima parte de su capacidad, o el caso de la industria automotriz que ha permanecido casi completamente cerrada durante las últimas semanas. En este sentido, se dice que Volkswagen ha perdido mil millones de euros a la semana.
Pero un sector que no ha recibido mucha atención a pesar de las dramáticas condiciones en que se encuentra es la industria del acero.
Según The Economist, los fabricantes de acero han visto caer la demanda hasta en un 40% desde que se detuvo la producción de automóviles. Pero la producción de acero no puede detenerse y las acerías (o en cualquier caso las cadenas de suministro automotive) han tenido que mantener todo el metal producido en stock. De hecho, no es posible apagar un alto horno durante la noche, ya que lleva de 8 a 12 semanas hacerlo. Los operadores de la industria consideran apagar un alto horno como la última opción porque, por lo general, también es la opción terminal.
Por eso no es sorprendente que la siderurgia esté pidiendo ayuda especial de los gobiernos.
El Tata Steel en el Reino Unido solicitó alrededor de 500 millones de libras en ayuda estatal para superar la crisis del coronavirus después de que sus principales clientes europeos hayan dejado de producir. La compañía emplea a 8.385 personas en todo el Reino Unido.
La peligrosa ilusión de la lluvia de dinero también afecta a la siderurgia
Es cierto que hay muchos trabajos riesgosos en juego, no solo en la siderurgia, sino también en los sectores de aviación, automovilístico, restauración y ocio. Sin embargo, no se trata solo de empleo.
De hecho, para todas estas empresas cuenta no solo sobrevivir, sino cómo sobrevivirán. Hay un límite para los préstamos que una empresa puede recibir para superar los próximos meses difíciles y, en algunos casos, puede ser mejor cerrar de inmediato que ser inundado con una gran cantidad de deudas que, de una forma u otra, tendrán que pagarse.
El sector del acero tampoco es una excepción. La fábula del helicóptero del gobierno que distribuye el dinero de la regadera es una ilusión que se está imponiendo entre las personas (y también entre los empresarios) pero que, como todas las ilusiones, no resuelve el problema en absoluto.
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