La extracción de oro no es en sí misma una actividad nociva para el medio ambiente, ni es automáticamente una fuente de riqueza para las comunidades locales. Ambos aspectos dependen de toda una serie de factores que, en el caso de la Amazonía brasileña, se han agregado de la peor manera, causando daños al medio ambiente y no trayendo beneficios económicos a la población local.
Miles de mineros ilegales amenazan a los grupos indígenas más aislados del mundo
La Amazonía brasileña es el hogar de los grupos indígenas más aislados del mundo, con más de 120 grupos que viven sin contacto con la sociedad moderna. Los derechos de libre determinación de estos grupos se establecieron en 1987 para protegerlos de la invasión de organismos gubernamentales y no gubernamentales.
Pero, como señala un report reciente de Associated Press, la prospección ilegal de oro en tierras indígenas ha crecido enormemente en los últimos años. Son miles de mineros artesanales que han dado origen a más de 320 minas ilegales.
Mejor no investigar demasiado sobre el origen del oro para comprar
El problema también está empeorando porque el sistema de certificación internacional no puede o no quiere rastrear el origen del oro. La industria del oro se basa en la autorregulación y los compradores saben de dónde proviene el oro, pero no se molestan en investigar a lo largo de la cadena de suministro. De hecho, existe la conciencia de que hacer demasiadas preguntas llevaría a entrar en contacto con todo tipo de actividad delictiva.
Cuando hablamos de tierras indígenas nos referimos a alrededor del 23% de la selva tropical de Brasil donde, según la ley brasileña, no se permite la minería. Sin embargo, de hecho, desde la elección del presidente Bolsonaro en enero de 2019, ha habido un auge de la minería ilegal, acelerado por la relajación de las restricciones mineras y los incentivos para la exploración.
Entre 1985 y 2020, hubo una expansión de 6 veces de las áreas mineras de Brasil, de 31.000 a 206.000 hectáreas. No todos estos territorios están afectados por la minería ilegal, pero las tierras indígenas son sin duda las más atacadas.
Negocio rentable para empresas financieras que comercian con oro ilegal
Como resultado, el comercio ilegal se ha disparado. Pequeños pero numerosos mineros han establecido campamentos de extracción de oro en todo el Amazonas, lo que ha alimentado la deforestación, la contaminación por mercurio y la sedimentación de ríos vitales en las áreas circundantes. Los grupos de derechos indígenas en el estado de Roraima estiman que hay alrededor de 20.000 mineros ilegales solo en esta reserva.
Pero en el corazón de la cadena de suministro de oro de Brasil están las DTVM (Distribuidora de Títulos e Valores Mobiliários), compañías financieras con licencia para comprar oro. Son ellos quienes actúan como cámara de compensación entre la entrada de oro ilegal y las ventas para el mercado legal. Por ejemplo, BP Trading, uno de los principales exportadores de oro de Brasil, ha sido acusado de comprar a 2 DTVM que, según la Fiscalía Federal, comercian oro ilegal extraído en el estado de Pará.
Desafortunadamente, la ilegalidad en este sector también significa dramáticos impactos sociales y ambientales. La invasión de tierras indígenas por parte de mineros ilegales ha alimentado la deforestación y el desplazamiento de las comunidades locales. En 2019, la deforestación provocada por mineros ilegales en la Amazonía aumentó un 23% hasta un record de 10.500 hectáreas.
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