Islas idílicas a miles de kilómetros de la civilización, con paisajes maravillosos y vida silvestre, aguas más azules de lo que cualquiera haya visto, donde la peor contaminación acústica proviene del mar azul que acaricia suavemente la costa.
Para quienes sueñan con mudarse a una isla remota, las islas Pitcairn podrían ser la solución ideal, considerando que los isleños han ideado una forma única y atractiva de fomentar la inmigración: ofrecen tierra gratuita a quienes decidan trasladarse.
Solo una persona ha solicitado mudarse
Sin embargo, por el momento, es difícil convencer a alguien para que viva allí, ni por amor ni por dinero. Hasta ahora, la oferta de tierras gratuitas no ha tenido muchos compradores. Cada año, alrededor de 700 personas solicitan información a Pitcairn, pero casi nadie ha logrado establecerse allí.
La colonia en las remotas islas Pitcairn, que estaban en su mayoría pobladas a finales del siglo XVIII cuando desembarcaron los amotinados del HMS Bounty, está en peligro de extinción. Frente al rápido envejecimiento de la población y al hecho de que no han nacido niños en años, los habitantes están desesperados por atraer nuevos residentes. Pero la tarea está resultando ser mucho más difícil de lo esperado…
Los funcionarios de Pitcairn intentan aumentar la población a al menos 80 habitantes, pero solo una persona ha solicitado mudarse a la isla, que está a unos 3.000 kilómetros de Nueva Zelanda y a 1.000 kilómetros de Tahití.
La isla de los amotinados del Bounty
Se cree que la isla estuvo habitada por polinesios durante cientos de años, pero el primer encuentro europeo ocurrió cuando el HMS Swallow del capitán Philip Carteret la encontró en 1767. Pero la mayoría de los antepasados de la isla llegaron 22 años después, cuando llegó el HMS Bounty, liderado por Fletcher Christian. Los ocho amotinados del barco (el famoso motín del Bounty) se establecieron en la isla llevando consigo a 6 hombres polinesios y 12 mujeres de Tahití. Pero el paraíso no duró y, en cuatro años, solo quedaron 4 amotinados y 10 mujeres con sus hijos, mientras que los otros fueron asesinados debido a malos tratos o celos.
Hoy en día, menos de 50 isleños viven en Adamstown, la capital más pequeña del mundo, y la edad promedio supera los 50 años. La isla sobrevive gracias a la ayuda gubernamental desde 2004, aunque está tratando de lograr la autosuficiencia económica. La isla tiene electricidad e internet, pero no hay trabajo.
Para algunos, una nueva vida en Pitcairn podría ser la realización de un sueño, aunque naturalmente se debe tener en cuenta que estarían más aislados del mundo de lo que estuvo Napoleón en el exilio. Las islas están en medio de la nada y las tierras más cercanas son la Isla Mangareva y la Isla de Pascua, mientras que el país más cercano es Nueva Zelanda.
Un lugar hermoso, clima cálido todo el año y numerosos beneficios fiscales
El lugar es hermoso, en parte por su lejanía pero también por la protección del gobierno. La Reserva Marina de las Islas Pitcairn se estableció para preservar las condiciones prístinas del océano que rodea las islas, donde las ballenas jorobadas llegan cada invierno para reproducirse. El clima es cálido todo el año y durante la temporada de verano/lluvias (noviembre-marzo), las temperaturas oscilan entre los 25 y los 35 °C, con niveles de humedad a menudo superiores al 95%. Durante el invierno, las temperaturas descienden entre los 17 y los 25 °C.
Vivir en Pitcairn también conlleva numerosos beneficios fiscales, ya que, aparte de un impuesto de tierras mínimo, no hay impuestos que pagar.
Además, solicitar tierras en Pitcairn es bastante sencillo y los requisitos no son muchos. Todo comienza con la solicitud en línea, cuya presentación y almacenamiento cuestan 500 dólares neozelandeses. Después de presentar la solicitud y de que el gobierno la apruebe, es necesario pasar seis meses en la isla antes de obtener la tierra.
Sin embargo, como advierte el sitio web de inmigración de Pitcairn: «¡La vida en Pitcairn no es para todos!«.
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