Entre las guerras olvidadas por la opinión pública occidental, también está la que se libra en Sudán. El 15 de abril de este año estallaron los combates entre el ejército sudanés y las fuerzas paramilitares (RSF) que, hasta la fecha, se han saldado con la muerte de más de 600 personas y miles de heridos (datos de la Organización Mundial de la Salud).
Las exportaciones han llegado a cero
Con la guerra, el sector del oro, la mayor fuente de ingresos del país, también colapsó por completo. Las exportaciones se estancaron, la maquinaria resultó dañada y las oficinas centrales de varias empresas auríferas fueron saqueadas en la capital, Jartum. La principal empresa minera del país, Managem de Marruecos, detuvo la producción en su mina de oro Wadi Gabgaba y repatrió a sus trabajadores.
El año pasado, Sudán exportó oficialmente 34,5 toneladas de oro por valor de más de 2.000 millones de dólares. De hecho, según el Ministerio de Finanzas de Sudán, la gran mayoría de la producción se saca del país de contrabando, generalmente a centros de procesamiento extranjeros.
La rusa Wagner controla una planta de procesamiento de oro
Tanto el RSF como los militares sudaneses controlan grandes participaciones en la industria del oro del país y han sido acusados durante mucho tiempo por grupos y activistas de derechos humanos de contrabandear grandes cantidades de oro fuera del país. El poderoso grupo de mercenarios de Rusia, el Grupo Wagner, también parece controlar una planta de procesamiento de oro al norte de Jartum.
No está del todo claro quién tiene ahora el control del movimiento del mineral de oro desde las minas hasta las plantas procesadoras pero, en un país donde el contrabando de vehículos, alcohol, drogas, cosméticos, oro, armas y personas es una práctica común, la parada exportaciones de metal amarillo es sin duda un golpe para la economía, por lo menos para la oficial.
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