Pero, ¿por qué nadie habla de la deuda pública estadounidense, 34 billones de dólares que amenazan la estabilidad de la economía mundial?
La pregunta es bastante actual, especialmente considerando que en Estados Unidos está en marcha la campaña electoral para las elecciones presidenciales de noviembre, y ni Kamala Harris ni Donald Trump han mencionado la palabra “deuda”, ni siquiera durante el único debate televisivo.
Un elefante que todos fingen no ver
La razón de este tabú es clara: tanto la administración Trump como la de Biden-Harris han contribuido a un aumento exponencial de la deuda pública para hacer frente a los crecientes deficit presupuestarios. Según laCongressional Budget Office (CBO), la deuda pública estadounidense ha experimentado un aumento significativo en las últimas décadas, pasando del 39% del PIB en los años 80 y 90 al 60,6% en 2010. Las proyecciones actuales indican que la deuda podría alcanzar el 122,4% del PIB para 2034, con un total de aproximadamente 142 billones de dólares en 2054.
La CBO atribuye este aumento a un gasto público que constantemente supera los ingresos fiscales. Desde 1974 hasta 2023, los ingresos promediaron el 17,3% del PIB, mientras que el gasto alcanzó el 21%. Se prevé que para 2034 los ingresos fiscales suban al 18% del PIB, pero el gasto público podría llegar al 24,9%. Este desequilibrio se agrava por los costos crecientes de los intereses sobre la deuda federal, que podrían aumentar del 3,1% al 6,3% del PIB en las próximas décadas.
Un dilema crucial
El problema ha alcanzado dimensiones tales que debería preocupar seriamente no solo a los ciudadanos estadounidenses, sino también a los de todos los países occidentales, ya que, si estallara la burbuja, todo Occidente (y no solo) pagaría las consecuencias inimaginables.
Además, esta creciente deuda plantea un dilema crucial para cualquier gobierno estadounidense: ¿reducir el gasto social para enfrentar los desequilibrios presupuestarios o continuar con una política de deficit creciente? Un aumento del deficit podría desencadenar una espiral inflacionaria y obligar a la Federal Reserve (FED) a subir las tasas de interés, con repercusiones negativas para la estabilidad del dólar como moneda de referencia global.
Según la CBO, cada dólar de deficit federal reduce la inversión privada en unos 33 centavos, limitando así el capital disponible y afectando negativamente los salarios y el empleo.
La opinión pública europea está concentrada en el debate electoral estadounidense en temas como inmigración, aborto, el futuro de la OTAN y otros temas, pero haría mucho mejor en tratar de entender cómo el nuevo gobierno estadounidense abordará las cuestiones económicas fundamentales, como la gestión de su enorme deuda pública, ya que estas influirán profundamente en la vida de los estadounidenses y los europeos en los próximos años.
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