Entre los pliegues de la historia del siglo pasado, es posible descubrir cuán importante fue la producción de aluminio para determinar a los ganadores de la Segunda Guerra Mundial. En particular, una ciudad semi-desconocida de Canadá jugó un papel crucial, pero envuelto en el más estricto secreto militar.
Se trata de la ciudad de Arvida, fundada en 1927 por Arthur Vining Davis (el nombre de la ciudad es la secuencia de los dos primeros caracteres de su nombre y apellido), presidente de Alcoa, y diseñada como un centro urbano industrial modelo para la producción de aluminio. Diseñada para una población de aproximadamente 14.000 habitantes, con calles, tiendas, parroquias y escuelas, también era conocida como “la ciudad construida en 135 días”.
Nadie sabía que, después de aproximadamente una década, el mundo sería arrastrado por una guerra mundial y que Arvida se convertiría en un centro crucial para la producción de aluminio, esencial para el esfuerzo bélico de los Aliados.
La planta más grande del mundo
En 1942, la planta de Arvida era la más grande del mundo, produciendo más de 340.000 toneladas de aluminio al año. Todo este metal era fundamental para la producción de aviones, vehículos y otros equipos militares.
La ciudad fue declarada “industria de guerra” por el gobierno canadiense, lo que llevó a medidas de seguridad extraordinarias. Arvida se convirtió en una “ciudad secreta”, protegida por un vasto contingente de soldados y armas. Se instalaron baterías antiaéreas, incluidos cañones Bofors y cañones de 3,7 pulgadas, y se desplegaron unos 3.000 soldados para controlar el acceso de los trabajadores a la planta. Este nivel de defensa militar fue el más alto del país, reflejando la importancia estratégica de la producción de aluminio para el esfuerzo de guerra.
¿Cuánto influyó la producción de aluminio en la victoria de los Aliados?
La producción de aluminio no solo contribuyó significativamente a la victoria de los Aliados, sino que transformó a Arvida en un importante centro industrial. La ciudad experimentó un crecimiento considerable, con la construcción de más de 500 casas temporales para alojar a los trabajadores que llegaban de todo el país, muchas de las cuales posteriormente fueron renovadas y convertidas en permanentes.
Una vez terminada la guerra, la industria de Arvida mantuvo su importancia, permaneciendo como el mayor productor de aluminio del mundo durante más de tres décadas. Hoy en día, la planta industrial forma parte de Rio Tinto Alcan.
El culmen de la utopía socio-industrial
Además de ser un claro ejemplo de la importancia de los metales estratégicos en tiempos de guerra, Arvida siempre ha atraído gran atención por su diseño, planificación y construcción. Ya en los años 30 fue aclamada internacionalmente por sus características arquitectónicas, urbanísticas y paisajísticas, constituyendo uno de los primeros casos de planificación urbana a gran escala. Según expertos en urbanismo, el desarrollo de Arvida marca un punto culminante que nunca se volvió a alcanzar, ya que fue el resultado de décadas de investigación mundial sobre viviendas industriales, nuevas ciudades y ciudades industriales planificadas.
A lo largo de la historia de la industrialización que dejó huella en los siglos XVIII, XIX y XX, Arvida es el culmen de la utopía socio-industrial, además de ser un testimonio excepcional de la renombrada “civilización del aluminio”.
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